O de la importancia que tiene para mí el arrullo. (Parte I)

Cuando empezamos a hacer el ajuar de nuestro hijo, tomamos un cuaderno para apuntar todo aquello que necesitamos: ropa, productos de higiene, utensilios adaptados, etc.

En el apartado de ropa nos enamoramos de esas pequeñas prendas tan coquetas con las que nos los imaginamos. Elegimos colores, tejidos y diseños de nuestro gusto. No importa que sean para salir a la calle o para casa, como los pijamas. Nos acordamos de la hora del baño: que no se nos olvide la capa de baño, y las toallas para su higiene.  Sábanas, mantas y colchas para coche, minicuna o cuna; toquillas,  sacos y monos o buzos para el frío…  Y de pronto aparece la palabra “arrullo”.

A veces, las jóvenes madres no saben lo que son o no tienen una idea clara.  Desde hace unos años, los nuevos tejidos para bebés han hecho que esta prenda tenga infinidad de versiones.

Para mí, el arrullo debe estar hecho de una tela de algodón más o menos gruesa en su exterior, y tela de rizo, de la de toalla de toda la vida, en su interior. Si el rizo es del largo, mejor que mejor. Que lleve adornos en la parte superior, o en todo su contorno, ya es una cuestión de estética y de gustos.

En cuanto a los colores, no tengo predilección por ninguno en especial para la parte exterior, pero para la interior prefiero los tonos claros, y en especial el blanco. El blanco se asocia a la ternura y a la pureza, pero también a la limpieza. Podía llevar a mis hijos envueltos en una manta o toquilla de cualquier color, pero si lo hacía en el arrullo, este tenía siempre el interior blanco. Y digo siempre porque tenía más de uno para cada uno.

Veo que tiendo a extenderme demasiado, así que creo que seguiré en otra entrada, No temas, volveré para explicarte el por qué de mis preferencias. Puede que sirva de ayuda a alguien que aún no se haya decidido del todo…

Mientras tanto os dejo este arrullo que acabo de terminar

Detalles

El exterior es de piqué, en este caso con motivos de nubes. El piqué le da cuerpo, y es ideal para nuestro entretiempo del sur o para los veranos más norteños.

Con esquinas redondeadas, mas suaves y duces que las angulosas.

Lógicamente, el interior es de rizo, blanco y del largo.

Para no quitarle protagonismo al estampado, como adorno he decidido ponerle piculina (o cinta zig-zag, que es como se ha llamado siempre en mi casa). No demasiado ancha, muy minimalista, para gustos sencillos.

Tiene un buen tamaño, muy apropiado para arrullar entre tus brazos lo que más quieres…

Y ya sabes: